Ser la mala del cuento por poner límites

cómo poner límites personales

Poner límites a las personas puede ser un tema delicado. Pasa que estamos en situaciones en las que necesitamos establecer límites para proteger nuestra salud mental, emocional y física, o para mantener relaciones saludables, pero, no siempre sale bien.

Por suerte, sí hay manera de hacerlo de manera efectiva. Esta vez tocaremos les quiero hablar de tema que se volverá una guía básica, práctica, chiquita pero poderosa sobre cómo poner límites a las personas de manera constructiva y empática. Básicamente par que no te quedes con culpa y no te afecte si la otra persona se ofende. Y ni modo.

Primero, ¿qué son los límites? Imagina una línea que separa tus pensamientos, sentimientos y necesidades de los de los demás. Al marcar límites, nos aseguramos de no sentirnos agobiadas o menospreciadas. No es ser egoístas, es querernos un montón. Es como decir: “Esta soy yo, esto necesito, y esto no puedo tolerar”. Y créeme, no solo es saludable, sino necesario. Cuando lo hacemos, no solo nos sentimos mejor, sino que también enseñamos a los demás a respetarnos. Es como un abrazo al alma que nos dice: «Estoy aquí para cuidarte». Así, creamos un espacio donde todos nos sentimos respetados y valorados.

Pero, ¿y si se enojan?

Cuando empezamos a poner límites, es común que algunos nos vean como las «malas». Esto suele pasar porque rompemos con lo que ellos esperan de nosotras. Por años, quizás siempre dijimos sí a todo, así que cuando empezamos a decir no, puede ser un shock para algunos. Hay quienes pueden reaccionar mal, sentirse heridos o molestos. Puede, incluso, que te intenten manipular o hacer sentir emocionalmente mal diciéndote cosas como «antes no eras así» o «estás siendo egoísta». Pero la verdad es que estamos siendo todo lo contrario. Estamos siendo honestas con nosotras mismas y con ellos. Al poner límites, estamos cuidando de nuestra salud mental y emocional, lo que es una ne-ce-si-dad.

Estas reacciones negativas pueden doler, especialmente si vienen de personas que nos importan. Pero recuerda, no estás haciendo nada malo. Estás aprendiendo a valorarte y a priorizarte, algo que es totalmente válido. Con el tiempo, la gente empezará a entender y respetar tus límites. Verán que eres más feliz, al final, poner límites no solo te beneficia a ti, sino que también puede mejorar tus relaciones, haciéndolas más sanas y auténticas.

Y pues bueno, si se enojan, ya les tocará a ellos trabajar su parte.

Cómo poner límites sin sentirte culpable

¿Cómo poner límites sin sentirte la «mala del cuento»?

  1. Descubre tus necesidades: Piensa en esos momentos en los que te has sentido sobrepasada o incomprendida. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Cómo te afectó? Reflexiona sobre esas situaciones y reconoce qué límites necesitas establecer para sentirte respetada y cómoda. Puede ser algo tan esencial como tener tu espacio personal o decidir no discutir temas que te resulten delicados.
  2. Habla claro, pero con cariño: Cuando expreses tus límites, hazlo de forma directa pero amable. Utiliza frases que comiencen con “Me siento…” o “Necesito…”. Esto no se trata de confrontar, sino de hacer entender a los demás cómo pueden tratarte de la manera que tú mereces.
  3. Sé firme y coherente: Si pones un límite, mantente firme en él. Si decides que no quieres trabajar horas extras los fines de semana, por ejemplo, mantén esa decisión. Esto demuestra a los demás, y a ti misma, que te tomas en serio tu bienestar.
  4. Evita dar demasiadas explicaciones: No necesitas justificar tus límites. Si decides no asistir a una reunión familiar porque necesitas tiempo para ti, está bien. No es necesario explicar tus razones exhaustivamente.
  5. Prepárate para algunas reacciones negativas: No todos entenderán o respetarán tus límites de inmediato. Algunas personas pueden sentirse ofendidas o desconcertadas. Recuerda, lo importante es cómo manejas esas reacciones, no las reacciones en sí.
  6. Aprender a decir ‘no’ es clave: Decir «no» puede ser difícil, especialmente si estás acostumbrada a complacer a los demás. Pero es una habilidad esencial para cuidar de ti misma. Practícalo en situaciones pequeñas y ve escalando.

Ahora bien, ¿cómo manejar la culpa o la percepción de ser la «mala del cuento»? Sigue leyendo…

  1. Reconoce que poner límites es un acto de amor propio: Entiende que cuidar de ti no es ser egoísta. Es un acto de amor y respeto hacia ti misma, y es totalmente válido.
  2. Acepta que no puedes agradar a todo el mundo: Esto es especialmente difícil para nosotras, que a menudo somos criadas para ser complacientes. Pero recuerda, tu bienestar es tan importante como el de los demás.
  3. Piensa en las consecuencias de no poner límites: ¿Qué pasa cuando no dices «no»? ¿Te sientes agotada, frustrada, menospreciada? Estas emociones negativas son señales de que estás descuidando tus propias necesidades.
  4. Busca apoyo si lo necesitas: Hablar con amigas, familiares, o incluso un terapeuta puede darte la fuerza y la perspectiva que necesitas. A veces, solo escuchar que no estás sola en esto puede ser de gran ayuda.

Poner límites no te hace la mala del cuento, te hace la buena de tu historia. Te hace alguien consciente de su valor y salud mental. Con práctica y consistencia, establecer límites se vuelve más fácil y, lo más importante, te ayuda a construir relaciones más sanas y respetuosas. Recuerda que al final del día, tú eres la responsable de lo que permites y mereces ser tratada con respeto y cariño.

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