No me independicé, a mí me independizaron

me independicé

Cuando cumplí 18 años tuve que irme a vivir a Morelia para estudiar la universidad, ahí vivía mi hermano recién casado. Mis padres me mandaron a vivir con él, supuestamente para no estar sola.

Viví dos años con mi hermano y su esposa. Y, para terminar pronto, no fue un cuento de hadas sino todo lo contrario. Yo estudiaba la universidad y obviamente tenía que ayudar en las labores de la casa, era prácticamente la cenicienta y mi cuñada era Cruella de Vil (¡jajaja!).

La vida era discutir y salir mal en todo, yo tenía que aguantar cada cosa que pasaba porque yo vivía en una casa que no era mía.

Dos años después de esa convivencia, mi cuñada decidió correrme de su casa y me puso fecha límite para salirme. Me dijo que ella se había casado para estar con su esposo y no para cuidar de una adolescente como yo, en aquel momento me dolió mucho, pero ahora creo que la entiendo.

Con 20 años y una licenciatura trunca (solo pude estudiar 2 años), me fui a vivir sola con lo único que tenia: ropa, libros de la escuela y un poco de miedo.

La casa donde renté un cuarto estaba a cargo de una señora de 60 años que vivía como si tuviera 20. Ella y 3 chicas desconocidas más fueron mi familia en aquel entonces, como ya tenía que pagar mis propias cuentas, entré a trabajar a una tienda de deportes, mis padres me habían pagado el depósito de la renta y un mes, pero después ya todo seria por cuenta mía.

El pequeño cuarto que renté incluía cama, mueble para ropa, mesa de noche, silla y los servicios de agua, gas y luz. Al año me tuve que mudar, era muy costoso y yo no ganaba mucho, así que rente una casa para mí sola a las afueras de la ciudad.

Ya con otro empleo, compré un colchón inflable, un plato, un vaso, una taza, juego de cubiertos, cacerola y refrigerador. Me mudé lejos de todo, salía de casa a las 9:00 a.m. y regresaba a las 11:00 p.m. todos los días.

Ventajas: ya vivía sola, empecé a disfrutar, escuchar la música que yo quería, dejar de lavar los platos el mismo día, entre otros placeres.

Así pasó otro año en el que puse mi mayor esfuerzo en todo lo que hacía y la vida me sonrío, cambie de trabajo nuevamente, ahora uno afín a mi carrera universitaria y regresé a vivir a un lugar más cercano a la cuidad.

Esta vez compré una base, colchón y una TV.

A casi 6 años de vivir en un mismo depa, recapitulo mi historia y veo mi esfuerzo reflejado en un increíble trabajo que disfruto todos los días, un depa que me gusta y, sobre todo, viviendo la experiencia de independizarme cada día un poco más.

Amo hacer el super, tomar un baño relajante, caminar en la cuidad y estar sola -que no es sinónimo de soledad.

Yo no me independice a mi me independizaron, pero hay una cosa de la que estoy segura en la vida: CADA ESFUERZO, CADA LÁGRIMA Y CADA SONRISA BIEN VALEN LA PENA SER VIVIDAS.


Este blog post fue publicado mediando la colaboración de Rosario Castro Palencia (Ross). «Tengo 28 años y vivo en Morelia, Michoacán; soy Técnico de computadoras, amante del fútbol soccer y la música pop, así como de la moda y las carreras de autos. Me encanta la combinación de chocolate y fresas, disfruto ir al cine y leer, mi película favorita es Mujer Bonita y mi libro favorito El retrato de Dorian Gray. Creo que las buenas amistades se cuentan con los dedos de las manos, así que tengo pocas, pero buenas amigas. Estoy bromeando siempre y amo la Navidad porque me hace pensar que todos son felices.»

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Foto de Artem Beliaikin en Unsplash