«¡Odio mi trabajo!»

Ustedes no están para saberlo, pero yo sí para contarlo. Hace una semana que soy una NiNi o desempleada, como quieran llamarlo. Y es que los últimos días de agosto lo único que en que podía pensar era: «Odio mi trabajo».

 

 

Les cuento. Cierto día me llega una propuesta de trabajo, sonaba bastante bien, me aventé todo el proceso, fui a entrevistas, hice las pruebas y demás cosas que me pidieron; total, me hicieron la propuesta final y acepté.

 

No muchas de ustedes lo saben, pero mi trabajo era el mejor del mundo, era el mejor porque fue el que siempre soñé tener. Durante tres años fui Editora de la revista 15a20 y, de verdad, que amaba mi trabajo.

 

Seguro se preguntarán porqué me fui si tanto lo amaba y sí, yo también me lo pregunté varias veces, pero creo que las oportunidades deben tomarse cuando se presentan y, en ese momento, me pareció una buena manera de crecer y de explorar una nueva área de oportunidad. En fin, renuncié y me fui.

 

Aquí comienza mis veintitantos días de terror…

Era un trabajo nuevo, diferente, algo que nuca había hecho, así que llegué en blanco. Los primeros días fueron de inducción, ya saben, tratar de conocer las áreas, la empresa y demás. Hasta ahí, todo (casi) normal.

 

La semana dos ya me tenía vuelta loca, no hacía nada, no entendía nada, no lograba entender para qué me querían. Uno de esos días llamé a mi novio llorando porque no la estaba pasando bien, mi «jefa» nunca estaba, no me explicaba casi nada y lo poco que llegaba a hacer, ¡lo odiaba!

No soy la persona más paciente, en absoluto, pero creanme que trataba, quería pensar que sería sólo temporal, que después podría agarrarle cariño, pero no, nada pasaba.

 

Mi intención no es contarles toooodos los detalles, a lo que quiero llegar es a la parte dónde decidí renunciar.

 

Primer foco rojo: no estaba sintiendo pasión, no estaba aprendiendo nada, no estaba disfrutando lo que hacía, no encontraba la razón de estar ahí.

 

Comencé a cuestionarme si era eso lo que quería hacer, si valía la pena levantarme todos los días tan temprano y manejar hasta allá para hacer algo que no disfrutaba, si estaba dispuesta a aguantar los tres meses de prueba y si estaba preparada para odiarlo día tras día.

La respuesta siempre fue no.

 

Pedí opinión a amigos, amigas, a mi novio. El 90% de las veces la respuesta era «Aguanta, espérate un rato más y luego decides» y así lo intenté. Les juro que abrí más los ojos para poder cachar algo que me gustara, que me emocionara, que me hiciera sentir la pasión con la que estoy acostumbrada a trabajar. Eso nunca pasó. Nunca.

 

Me di cuenta que las 9 horas que estaba ahí me sentía triste, frustrada y cuando no estaba en la oficina, me la pasaba de malas, levantarme era una pesadilla. ¡Subí 2 malditos kilos! Quizá para ustedes dos kilos no es mucho, pero creanme, en mi estándar, es muchísimo en tan poco tiempo.

 

Llegaba a mi casa y sólo quería comer, lo primero que encontraba eran papas, por supuesto. Sentía hambre todo el tiempo, quería comer siempre. Y si algo sé, es que mi estado de ánimo se refleja totalmente en mi manera de comer. Cuando estoy triste o bajoneada busco comer algo rico, algo que me guste mucho, con tal de sentirme mejor, de apapacharme.

 

Y bueno, ni hablemos de dormir, durante ese tiempo no logré tener una noche en la que no despertara al menos tres veces a ver el reloj.

 

En fin, encontré una manera diferente de ver la situación, para así poder ser objetiva y, digamos que,  quitar la parte de «Necesitas un trabajo para pagar tu coche, tus gastos, tus vacaciones, tu viaje, tu tarjeta de crédito, la comida de tus perros, bla, bla bla…», porque, obviamente, la voz de mi cabeza no dejaba de recordármelos.

 

Pero me pregunté, ¿qué pasaría si veo la situación como en una relación?, ya sé, suena loquísimo pero me funcionó. Así que dije, supongamos que el trabajo es un wey guapísimo, a quien se lo describas pensaría que está perfecto, que no necesitas más, pero una vez que comienzas a salir con él te das cuenta que es un patanazó o, peor aún coge pésimo (como diría mi amiga Choi). ¿Por qué carajos seguirías con alguien que es un patán por muy guapo que esté? ¿Dónde queda la pasión, la emoción, las mariposas en el estómago y la motivación para verlo todos los días?

 

Y entonces, dije, «Es momento de escucharme y complacerme sólo a mí.» Sabía que odiaba ese trabajo, que no quería estar ahí, que no era para mí. Así que me levanté y fui a renunciar, ese fue mi último viernes ahí, ¡gracias a Dios!

 

 

El sábado en la mañana desperté asustada, pensando que se me había hecho tarde, vi el reloj, ya eran 7:30, respiré y me dije «ya renuncié», me di la vuelta y seguí durmiendo. Al otro día me di cuenta que después de mucho tiempo había logrado dormir toda la noche completa, sin preocupaciones ni estrés.

 

Esta será mi segunda semana «de vacaciones» y la verdad estoy súper feliz. Y como se lo dije a mi jefa en ese lugar, si bien profesionalmente puede que esté mal visto (aunque no veo porque renunciar a algo que n te está haciendo feliz está mal), a nivel personal estoy súper orgullosa, porque no hay forma de que me obligue a hacer algo que no quiero.

 

Soy de la idea de que el trabajo no se debe de sufrir, si bien todos los trabajos tienen algo que nos molesta, el resto debe ser placentero.

 

No creo tampoco que el dinero deba ser la única razón que te motive a levantarte y cumplir un horario (sí, todos tenemos necesidad y por es o buscamos ganar dinero, pero no a costa de nuestro bienestar mental y emocional), el trabajo no debe ser aburrido, no debe hacerte sentir que lo haces porque no te queda de otra.

 

El trabajo es tu profesión y es por esa razón que debes hacer algo que te guste, que te haga feliz y, entonces, estarás agradecida porque tienes la suerte de que, además, ¡te paguen por algo que podrías hacer gratis, por pasión!

 

 

Ya les contaré después sobre el nuevo trabajo. Por ahora soy feliz pasando el tiempo con mis perros, saliendo a correr por las mañanas, escribiendo más seguido para mi blog (al que abandoné por falta de motivación, lo siento), en un nuevo proceso para un nuevo trabajo, en tranquilidad conmigo. Porque, quizá, por primera vez, me escuché a mí y sólo a mí. ¡Y no saben lo bien qué se siente!

 

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Image by Anastasia Gepp from Pixabay

(8) Comentarios

  1. Hola. Creí que era la única que había pasado por eso, pero ya veo que no y me siento mejor. A mí me pasó algo similar, tenía un trabajo estable, después me ofrecieron un proyecto que me pareció buenísimo, renuncié a mi otro empleo para entrar aquí. No era lo que esperaba ni quería y todo tronó, hasta mi salud emocional. Total, aquello no funcionó y decidí buscar otra chamba, porque hay que pagar renta, luz, agua, gas, despensa y lo todo lo que sabemos. Y encontré una, pero la odié desde el primer momento porque estaba en un ambiente muy hostil y quienes eran mis jefes ninguneaban de una forma horrible a los empleados. Todos me decían, “aguanta, te vas a acostumbrar” o “mientras te paguen…” Nada de eso me consolaba y escuchar a mi gente decirme que ningún trabajo es perfecto tampoco ayudaba.
    La gota que derramó el vaso fue cuando mi exjefe me gritó frente a mis excompañeros y me preguntó si era tonta porque no había entendido una instrucción que me había dado. Me sentí humillada y muy mal. ¿De verdad tenía necesidad de eso? Una amiga decía que así eran los jefes y si me salía que haría yo, a los 40 años está bien cabrón encontrar un trabajo. Pasó una semana y renuncié sabiendo las consecuencias, pero yo siempre he pensado que debes sentirte bien donde estés y ahí no lo hacía.
    Ahora estoy buscando trabajo de acuerdo a lo que yo quiera y me guste. Afortunadamente he recibido mucho apoyo de mi familia y mi pareja, y sé que toda esta racha pasará para que algo mejor llegará. Me siento tranquila y motivada.

  2. Sariela Pasarón dice:

    Hace un mes que soy nini también, básicamente renuncié porque mi trabajo estaba consumiendome y corrompia mi moral.
    Recordé el juramento que hice al titularme hace un año, fue suficiente para decidir que el dinero y la necesidad de «tener experiencia» no valían si tenía que sacrificar mi integridad moral.
    Soy feliz, libre y busco un empleo que vaya mejor conmigo 🙂

  3. Gracias por compartir esta lección tan grande. Yo estoy igual, no me apasiona en absoluto mi trabajo, todo es total y completamente RUTINA. Soy una chica de 25 años que su pasión es la Psicología y Pedagogía y quiero estudiarlas pero ahora no tengo ni tiempo ni dinero por mi falta de organización con mis finanzas.
    Me gustaría mucho tu consejo, quiero viajar y siento que corro pero no avanzo. Además de que, yo vivo con mi novio desde hace casi 2 años (lo cual me informé acerca del tema justo aquí, contigo 🙂 ) y aveces es pesado porque siento que mi personalidad de «mamá de los pollitos» no me deja hacer más cosas.
    Te mando saludos y bendiciones desde Guadalajara, Jal.

  4. Justo necesitaba leer algo así, y saber que no soy la única que está viviendo este tipo de situaciones. Definitivamente desde que entré me pasa lo mismo, Mi Jefa nunca está, me delega pocas actividades, y aunque tengo la iniciativa de hacer mucho más, (Por que es mi área, y me gusta lo que hago) al ambiente laboral es ¡NEFASTO! siempre termino llorando al contar esta historia.

    La opinión de mis padres está dividida, mientras uno me dice que lo deje, mi madre me dice que aguante que por que «Se ve mal» dejar un trabajo.

    En verdad no sé que hacer, ya no aguanto 🙁

    1. Es muy sencillo Almir, la que vive todos los días esa situación eres tu, nos tus papás, trabajos hay muchos, lugares donde te sientas feliz hay muchos, así que mejor busca donde estés feliz.

  5. Gracias por compartir esto justo en este momento. Ayer precisamente me llevé una fuerte decepción del lugar donde trabajo y platicando con una amiga que renunció hace poco en la empresa donde trabajo lo comparótambien con una mala relación hahahahaha así que para mí no suena nada loco, es así. En mi caso las funciones que desempeño si son mi pasión, soy un pez en en el agua, el problema son los abusos laborales, las injusticias, hasta situaciones de acoso en donde todo eso es «lo normal». Para mí este trabajo es el «novio golpeador quejura que va a cambiar» Pero justo me pregunto hasta cuando y hasta donde está bien por salud aguantar esto ?

  6. La misma situación tuve, renuncie a hace como un mes y la verdad me siento más feliz, ya no dormía bien, me temblaban los párpados, lloraba mucho…pero quería aguantar más por qué era mi primera vez viviendo sola.
    Y si llegas a pensar, si vale la pena todo lo que estás pasando…y si también es de valientes salir de un lugar donde no te sientes realizado o feliz!
    Disfruta tus mini vacaciones 🙂
    Saludos

  7. Gracias, justo hoy estaba pensando en qué realmente consideras para profesionalizarte? y creo que has dado a un clavo. Me ayuda mucho leer esta entrada. Me puse a pensar en este trabajo como una relación y aunque creí que era lo que soñé la forma en que se trabaja no me parece la que me hace más feliz.

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