El miedo a perderlo todo.

Ha pasado una semana del sismo del 19 de septiembre en México, estuve pensando cómo escribiría esto en el blog, si sería lo ideal o no. Pero, creo que escribir siempre me ha ayudado a soltar y esta vez quiero soltar el miedo. El miedo terrible que sentí aquel martes.

 

[Tweet «Si Pennywise se me apareciera en este momento, sin duda sería en forma de terremoto. «]

 

Siempre he tenido miedo a los desastres naturales, reconozco la enorme fuerza del planeta y la naturaleza, contra ella nadie gana. Y aunque sé que contra ella siempre tendría las de perder, no puedo evitar el miedo cada que se presenta uno.

 

En el 85 yo no existía, así que para mí todo aquello que había llegado a leer sobre el terremoto que mis papás y abuelos había experimentado, era parte de esa historia de México, esa de la que daba gracias no ser parte.

 

Hace una semana viví el peor miedo de mi vida, por un segundo pensé que podía perder todo. Aunque vivo en una planta baja, juro que pensé que esta casa se caería, que el edificio de la casa de mi mamá podía haberse derrumbado, que mi familia y mi novio podía estar en peligro.

 

Los minutos sin señal fueron una pesadilla, trataba de comunicarte cada dos segundos, entrando a FB esperando que todos mis cercanos comentaran algo para saber que estaban bien. Poco a poco fui pasando lista, hasta saber -de los que alcancé a enterarme- que estaban bien.

 

Comencé a ver fotos, videos y comentarios de todo lo que estaba sucediendo. Yo vivo al sur de la ciudad de México, como saben a Coapa y Xochimilco les fue muy mal.

 

Perdí la noción del tiempo, el hambre y las ganas de entrar de nuevo al depa por si volvía a temblar. Lo único que quería era saber que todo estaban bien.

 

Por supuesto que el miedo no me dejaba dormir, no podía dejar de pensar en todas las personas que posiblemente estaban bajo los escombros, de la cantidad de familias que se habían quedado sin hogar, de las mascotas que podían haberse perdido.

 

Al día siguiente (y a partir de entonces) sólo podía pensar en lo dichosa que era al encontrarme con vida, al no haber perdido nada (más que la tranquilidad) después de haber sentido que perdía todo. TODO.

 

Nunca había experimentado esa sensación y es horrible.

 

Aún no logro dormir del todo tranquila, escucho un ruido y siento que ya está temblando, me cuesta quedarme sola o pensar en visitar alguna plaza o edificio.

 

La vida tiene que seguir, eso me queda claro, pero no hay forma de que siga igual que antes. Este temblor no sólo movió la tierra; sacudió nuestras emociones, reavivó nuestros miedos e, incluso, nos hizo crecer un poco más el corazón.

 

Hoy sólo puedo pensar en una sola cosa, estoy del lado de los que tienen que brindar ayuda y no de quien la necesita. Gracias por eso.

 

Recuerden que este sismo dejó la ciudad muy lastimada y a mucha gente sin nada. No dejen de apoyar y donar, que esto va para largo.

Las quiero.

 

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