Una de las cosas que más trabajo me costó elegir cuando me independicé, fue el sofá. Quería que tuviera el tamaño perfecto para caber acostada y cómoda, quería que fuera amplio para poder subir los pies al sentarme, quería que fuera negro, que tuviera grandes cojines, que… en fin. Tardé muchísimo en encontrarlo pero lo logré. (Aunque ahora ya estoy pensando en venderlo, ya se enterarán porque seguro lo ofrezco en el blog, jeje… si alguien está buscando uno como el que acabo de describir, avíseme).
Bueno, el punto es, que si yo hubiera visto alguno de estos -y me hubiera alcanzado para comprarlo o tuvieran así como 50 meses sin intereses, jaja- lo habría hecho, lo que me pudo haber facilitado la vida, permitido ver el maratón de Friends un 25 de diciembre y evitado la vergüenza de no tener en dónde sentar a mis visitas los primeros 3 meses. Ops!
Les comparto estos diseños de sofás que encontré por ahí:
Pero definitivamente, me hubiera decidido por este… se ve ¡comodísimo!
¿Qué tal, cuál te gusta más?
definitivamente independizarte es toda una aventura,aunque estuve sin sofá tres largos meses,,,puedo decir que uno de los mejores momentos fue cuando observe a mis amigos disfrutando de esas 4 paredes a tal grado que ya caída la madrugada nos quedamos dormidos en el piso por cierto ya tengo sofá……
el último se ve súper cómodo. yo por el momento tampoco tengo sofá, pero para sustituirlos, recicle unas llamas y me hice unos cómodos puff 🙂
Estoy pasando exactamente por ese proceso de no tener donde recibir visitas y por decidir cual es el sofa perfecto.
Me gusta mucho tu blog es muy acertado siempre,
Gracias, Fer!! Un abrazo 😀